quarta-feira, 23 de outubro de 2019

¿Las madres y padres católicos estamos dando educación sexual a nuestros hijos? ¿Qué les debemos enseñar?


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En el sacramento del Matrimonio, las esposas y los esposos se comprometen ante Dios a educar sus hijos según la fe de la Iglesia.
Cumpliendo ese compromiso matrimonial, las madres y los padres piden el sacramento del Bautismo para sus hijos, comprometiéndose, junto con la madrina y el padrino, a transmitirles la fe que recibieron de la Iglesia.
Es un derecho (y un deber) de la madre y del padre educar los propios hijos. Por consecuencia, es un deber (y un derecho) de los hijos recibir educación de la propia madre y del propio padre.
Las instituciones educativas públicas y privadas están prohibidas de dar a los alumnos una educación sexual, pues esa es una responsabilidad que corresponde a sus madres y a sus padres.
Cuando alcanzan un determinado grado de desarrollo psico-pedagógico (durante la adolescencia), los profesores transmiten a sus alumnas y alumnos conocimientos en el área de la Biología, ayudándolos a identificar y a comprender el funcionamiento de los órganos involucrados en el sistema reproductivo humano, como también las ETS - enfermedades de transmisión sexual - y sus prevenciones y tratamientos.
Desafortunadamente muchas madres y padres católicos no dan educación sexual a sus hijos. Ese tema todavía es considerado un tabú para muchos. La falta de preparación y madurez también es un obstáculo para una educación sexual cristiana por parte de las madres y de los padres. Existen muchos que viven en unión libre, sin el sacramento del Matrimonio (y, por veces, inclusive sin el Bautismo, Eucaristía y Confirmación). O sea, ¿qué educación cristiana esas madres y padres pueden ofrecer? Generalmente sus hijos no fueron bautizados, no frecuentaron la Catequesis. Esa situación es un enorme desafío.
El contenido de esa educación sexual es complejo y variado. Aún en la infancia es muy importante que las madres y los padres estén atentos a sus hijos, mientras juegan con los parientes, vecinos y compañeros de escuela, e incluso en el contacto con los familiares (hermanos mayores, tíos, abuelos etc). Es necesario explicar al niño para que no deje que nadie toque su parte íntima.
También es importante observar el comportamiento de los niños e identificar cualquier clase de anormalidad. Desafortunadamente gran parte de la violencia sexual infantil ocurre dentro del propio hogar, entre los familiares cercanos.
La educación sexual debe ser proporcional a la capacidad de comprensión del niño, sin la necesidad de explicaciones complejas, sin contestar lo que no fue preguntado.
En la adolescencia es importante conversar con los hijos sobre el sentido cristiano de la sexualidad, que no se trata de una diversión o auto-compensación, sino que tiene una finalidad de unir más la esposa al esposo y que es el medio bendecido por Dios para la generación responsable de la vida. Hablar sobre los cambios físicos y hormonales, la higiene sexual, el cuidado a la exposición virtual etc.
En la juventud es necesario conversar con los hijos sobre el proyecto de vida, la estabilidad emocional y afectiva, el respeto al cuerpo ajeno, la maternidad y la paternidad responsables, la vivencia de la castidad, el método anticonceptivo natural, la indisolubilidad matrimonial etc.
En caso de no sentirse suficientemente preparados, o de alguna situación fuera de la normalidad (pedofilia, violación, violencia sexual etc), es altamente recomendado el auxilio profesional, tanto en el área psico-pedagógica, de la salud sexual, cuanto en la asistencia jurídica. También hay muchos y buenos libros respecto de ese asunto.



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