segunda-feira, 21 de outubro de 2019

¿"Cristianismo sin cruz" sería posible?


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Materialmente hablando, la cruz fue un instrumento de muerte utilizado por pueblos antiguos para torturar y exponer públicamente las personas que amenazaran el orden impuesto por quienes ejercían el poder, muchas veces de modo autoritario y violento.
El imperio romano adoptó la crucifixión como práctica de tortura – en la Palestina de la época de Jesús - y la utilizó incontables veces para intentar controlar los movimientos religiosos de carácter político contrarios a la dominación extranjera entre los judíos.
El Hijo de Dios hecho Hombre - Jesús de Nazaret - fue considerado una persona que amenazaba el orden impuesto por los romanos. Ellos llegaron a esta conclusión influenciados por las autoridades de los judíos, que se sentían amenazados por las enseñanzas y prácticas de Jesús, que cuestionaban sus tradiciones religiosas.
Juntamente con otros dos hombres, Jesús fue crucificado y, hasta que llegara a la muerte, Él pasó por dolores físicos atroces, además de la humillación y vergüenza, del abandono.
La resurrección de Jesús, tres días luego de su crucifixión, transformó aquel instrumento de muerte en fuente de salvación eterna para todos que creen en Él.
Simbólicamente hablando, la cruz representa toda clase de sufrimiento físico, psíquico y espiritual que resulta del anuncio del Reino de Dios, que surge de causas naturales, que es infligido por una persona sobre otra. Puede ser persecuciones, enfermedades, humillaciones etc.
En la actualidad, existen algunas denominaciones cristianas que, para conquistar nuevos adeptos, evitan hablar de los sufrimientos que suelen acompañar las personas que profesan con los labios y que demuestran con la vida su fe en Jesucristo, prefiriendo hablar - de un modo simplista - que Dios bendice los buenos mientras los malos padecen sufrimientos. Inclusive dentro del cristianismo católico es posible encontrar algunas expresiones de esa mentalidad y discurso.
Estamos convencidos de que no sería auténtico un cristianismo sin cruz. Sería parcial, limitado, tendencioso y, en última instancia, falso y mentiroso.
Por tanto, con los labios, anunciemos que la Cruz de Cristo es la fuente de nuestra salvación eterna y, con la vida, demostremos que las cruces físicas, psíquicas y espirituales de cada día, soportadas con fe y amor, son nuestra manera de completar en nosotros lo que falta al sufrimiento redentor de Cristo en favor de la Iglesia.
Y, por supuesto, manifestemos nuestro repudio a todo sufrimiento impuesto a los seres humanos, a los hijos de Dios, y ayudemos las personas a cargar las propias cruces con dignidad.



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