Nuestro Dios - Creador de todas las cosas y
de la vida - creó los seres vivos con la capacidad de crecer y,
multiplicándose, llenar toda la tierra. En este grupo nos encontramos nosotros,
las mujeres y hombres.
Mientras la mayoría de los seres vivos
se multiplica exclusivamente obedeciendo al instinto sexual que mueve el
cuerpo de la hembra al del macho, y viceversa, las mujeres y hombres recibieron
del Creador - gracias a su condición de imagen y semejanza de Dios - la
consciencia y el libre albedrío.
La actividad sexual humana - aunque tenga
una evidente dimensión instintiva - es potencializada por la consciencia y
libre albedrío, que los demás seres vivos no poseen.
Nuestro Dios es el Dios de la Vida: el
Padre permite la vida y la sostiene con su providencia; el Hijo se hizo hombre
para que todos tengan vida y vida en abundancia; el Espíritu Santo es la fuerza
vital del Padre y del Hijo derramada en los corazones a fin de que perseveren
en el camino de la vida nueva y alcancen la vida eterna.
Es el principio de la vida que rige los
hijos de Dios y toda la humanidad. De un modo ordinario, una vida humana debe
ser generada por una decisión libre de la mujer y del hombre, plenamente
conscientes de su capacidad generadora de vida, en un contexto de amor y
compromiso, preferencialmente bendecido por Dios por el sacramento del
Matrimonio.
La actividad sexual humana es seria, no es pura diversión, y tiene consecuencias que afectan irreversiblemente la vida de la mujer y del hombre en ella involucrados y también de la vida que puede ser generada.
La actividad sexual humana es seria, no es pura diversión, y tiene consecuencias que afectan irreversiblemente la vida de la mujer y del hombre en ella involucrados y también de la vida que puede ser generada.
Matar una vida inocente, desde su
concepción, es un crimen civil pasible de condenación y un pecado gravísimo y
mortal. Pueden ser imputados la madre, el padre y los médicos y enfermeros,
inclusive el hospital.
No tiene fundamento afirmar que la mujer es
dueña del propio cuerpo y que puede hacer lo que quiera con él, pues el feto
que ella lleva en el útero es un ser original e independiente de ella, aunque
esté protegido dentro de su cuerpo.
De un modo extraordinario, la legislación
civil generalmente permite que, en casos de embarazo por violación, sea
permitido interrumpir una gestación en las primeras semanas, como también en
casos de que la vida de la madre esté comprobadamente amenazada, y en casos de
fetos sin cerebro.
Pero es importante recordar que no todo lo
que la ley permite es éticamente aceptable.
Es necesario que los cristianos testimonien el Evangelio de la Vida de modo integral, en todas las dimensiones de la existencia humana, defendiendo la sacralidad de la vida, su dignidad inalienable, incluyendo el ámbito familiar y sexual. La fe debe penetrar las mentes y las estructuras sociales, de modo que el Reino de Dios se haga presente en la esfera personal y social.
Es necesario que los cristianos testimonien el Evangelio de la Vida de modo integral, en todas las dimensiones de la existencia humana, defendiendo la sacralidad de la vida, su dignidad inalienable, incluyendo el ámbito familiar y sexual. La fe debe penetrar las mentes y las estructuras sociales, de modo que el Reino de Dios se haga presente en la esfera personal y social.
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