Sobre el tema de los “fantasmas” y de las
“casas mal-asombradas”, el imaginario popular y las producciones televisivas y
cinematográficas se influyen mutuamente. Entonces vale la pena recurrir a las
enseñanzas de la Iglesia y de las ciencias humanas.
Dios es el Creador del Cielo y de la
tierra, de las cosas visibles e invisibles, de los ángeles (creaturas
exclusivamente espirituales) y de los hombres (creaturas corporales y
espirituales a la vez).
Tanto los ángeles cuanto los seres humanos
fueron creados por Dios con consciencia y libre albedrío para amarLo y servirLo
eternamente.
En Su Hijo único hecho Hombre, desde toda la eternidad, Dios deseó la existencia de cada ser humano, y lo predestinó para que fuera Su hijo adoptivo, cumpliendo una misión durante su existencia, peregrinando en la tierra hasta alcanzar la vida eterna, por la muerte y resurrección de Jesucristo.
En Su Hijo único hecho Hombre, desde toda la eternidad, Dios deseó la existencia de cada ser humano, y lo predestinó para que fuera Su hijo adoptivo, cumpliendo una misión durante su existencia, peregrinando en la tierra hasta alcanzar la vida eterna, por la muerte y resurrección de Jesucristo.
Dios dio a la mujer y al hombre dos
posibilidades: libremente amarLo y servirLo en la vida terrenal y luego en la
eternidad feliz junto a Él (“cielo”); o libremente dejarLo de amar y servir en
la vida terrena y entonces pasar la eternidad lejos de Él en la infelicidad sin
fin (“infierno”).
Al ser humano que cumple parcialmente la
misión recibida del Creador, luego de su muerte corporal, es dada la
oportunidad de la penitencia (“purgatorio”) para la conversión plena, por el
esfuerzo personal y por las oraciones ofrecidas por la Iglesia y por los seres
queridos.
La doctrina cristiana no admite la posibilidad del espíritu o del alma de un ser humano quedar vagando en la tierra luego de la muerte corporal. O se decidió por el “cielo”; o está en el “purgatorio” para unirse a Dios; o se decidió por el “infierno”. No confundamos el Cristianismo con religiones que creen en la reencarnación, en vidas pasadas y futuras.
La doctrina cristiana no admite la posibilidad del espíritu o del alma de un ser humano quedar vagando en la tierra luego de la muerte corporal. O se decidió por el “cielo”; o está en el “purgatorio” para unirse a Dios; o se decidió por el “infierno”. No confundamos el Cristianismo con religiones que creen en la reencarnación, en vidas pasadas y futuras.
Vale recordar que la salvación o perdición
eterna es de la persona entera: cuerpo, mente y espíritu. Cualquier separación
o división significaría la aniquilación de la persona.
Los ángeles que libremente decidieron amar a Dios y servirLo recibieron la misión de estar entre las mujeres y hombres en la tierra, inspirándolos y protegiéndolos para que cumplan la meta de su existencia terrenal y se unan eternamente a Dios.
Los ángeles que libremente decidieron amar a Dios y servirLo recibieron la misión de estar entre las mujeres y hombres en la tierra, inspirándolos y protegiéndolos para que cumplan la meta de su existencia terrenal y se unan eternamente a Dios.
En el misterio del mal, Dios permite que
los ángeles que libremente decidieron dejarLo de amar y servir también estén
entre las mujeres y hombres en la tierra, buscando desviarlos de la meta de su
existencia terrenal para que se alejen de Él de modo definitivo.
Gracias a los estudios cada vez mejor
comprobados de la Psicología y de la Parapsicología, la mente humana - cuando
fuertemente estimulada por la fe o por el miedo - es capaz de, internamente,
ver, escuchar y sentir olores que no existen materialmente y; externamente,
mover objetos, encender y apagar luces, prender y apagar dispositivos etc. Tal
capacidad, aunque real, generalmente no es controlable, tampoco por la persona
que la posee.
Según la mayoría de los exorcistas
oficiales de la Iglesia, sí, existen casos de posesión demoníaca (no de
“fantasmas”); pero la inmensa mayoría de estos casos es atribuida a
enfermedades mentales y psíquicas, especialmente la esquizofrenia.
Respecto de las “casas mal-asombradas”, los
exorcistas afirman que los demonios no tienen interés por lugares u objetos
materiales, sino por los seres humanos, en su objetivo de desviarlos de la meta
de su existencia terrenal para que vayan al “infierno”.
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