La gula es uno de los siete pecados
capitales, junto con la lujuria, la avaricia, la ira, la soberbia, la pereza y
la envidia. Reciben el adjetivo “capitales” porque generalmente acaban llevando
a quienes los practican a otros pecados.
En pocas palabras, la gula significa comer
y/o beber sin moderación, de un modo insaciable, no por necesidad, sino por
ansiedad, como una adicción.
Profundizando un poco más, la gula es un
descontrol por el cual la persona, muchas veces de un modo inconsciente,
intenta llenar un vacío interior con algo material - en el caso, la comida y/o
bebida, pero también pueden ser las drogas lícitas y/o ilícitas, los remedios
etc.
Solo Dios puede llenar plenamente el vacío
del corazón humano y dar sentido y propósito a la vida. Mientras las adicciones
esclavizan, Dios libera y salva, en el tiempo presente y en la eternidad.
El exceso de comida y/o bebida - a corto o
largo plazo - causa problemas al cuerpo y a la mente, que no está preparado
para procesar alimentos en gran cantidad, generando sobrepeso, concentración de
grasa en la sangre y en el hígado, aumento del azúcar, deformando el cuerpo,
disminuyendo la disposición y el auto-estima, generando angustia y tristeza, en
un ciclo destructivo.
Preocupada en saciar sin límites el propio
cuerpo, en una actitud egoísta, la persona que comete el pecado capital de la
gula suele no pensar en el prójimo, en sus reales necesidades materiales,
omitiéndose de practicar la caridad.
Es importante desarrollar por la
espiritualidad la virtud de la templanza, para someter a Dios el deseo
incontrolable por la comida y/o bebida. Se recomienda la práctica del ayuno,
aprendiendo a comer y beber moderadamente, y destinar a los más necesitados el
dinero que no fue gastado con la compra de comidas y bebidas.
En la eventualidad de que la persona no
consiga vencer sola el pecado capital de la gula, es sumamente recomendable la
ayuda de los profesionales del área de la Nutrición, la Psicología y la
Psiquiatría. El acompañamiento de los familiares y amigos también es muy
importante.
Eduquemos correctamente nuestros niños,
adolescentes y jóvenes para el consumo sano y moderado de alimentos y/o
bebidas, a fin de que crezcan en el cuerpo, la mente y el espíritu de modo
libre, sin esclavizarse por el pecado capital de la gula.
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