terça-feira, 26 de novembro de 2019

¿Por qué la preparación para la Navidad (Adviento) no es un tiempo litúrgico festivo, sino penitencial?


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Los cristianos eligieron la fecha 25 de diciembre - día más claro del año en el hemisferio norte, cuando la antigua cultura grecorromana celebraba el Sol invicto - para hacer la memoria del nacimiento de Dios Hijo hecho Hombre, Jesús.
Se trata de la segunda más importante fiesta de la liturgia cristiana, después de la resurrección, en la Pascua. Es una fiesta tan solemne, que tiene duración de ocho días, seguidos de algunas semanas, hasta la Solemnidad del Bautismo del Señor.
Cuatro domingos antes de la Navidad, los cristianos inician su preparación espiritual, que justamente inaugura un nuevo Año Litúrgico. Ese tiempo de preparación recibe el nombre de Adviento, una palabra que significa llegada.
La espiritualidad de ese tiempo litúrgico es penitencial, reservando la alegría y el clima festivo para la solemnidad de la Navidad.
Todo en la liturgia invita a la reflexión y a la conversión personal, familiar, comunitaria y social: el color morado de los ornamentos y vestimentas, la ausencia del Himno de Alabanza, la ausencia de flores, los cánticos más suaves en vez de eufóricos, los instrumentos menos ruidosos etc.
El tiempo litúrgico del Adviento está organizado en dos etapas distintas y complementares: antes y después del día 16 de diciembre. En la primera etapa, más larga que la segunda, se reflexiona sobre la segunda venida de Jesucristo, revestido de gloria, para juzgar a vivos y muertos, y, a la vez, se recuerda la promesa de Dios a través de los profetas de enviar el Mesías Salvador, cuya venida debería ser preparada a través de la penitencia y conversión.
La segunda etapa del tiempo del Adviento coincide con los ocho días anteriores a la Navidad, en los cuales se reflexiona sobre los acontecimientos que precedieron el nacimiento de Dios Hijo, volviendo el corazón hacia la Virgen María y el carpintero José, hombre justo.
Merecen destaque la corona del Adviento y el tercer domingo. Para marcar la sucesión de las cuatro semanas preparatorias, las comunidades - y algunas familias - adornan cuatro grandes velas y las encienden solemnemente, una a cada semana, en la intención de que se disipen las tinieblas del mundo y de los corazones con la claridad del Mesías Salvador. Los colores de las velas son: primero la verde, después la roja, luego la morada y, finalmente, la blanca.
El tercer domingo recibe el nombre de “Gaudete”, que significa alegría. Es especial porque recuerda a la comunidad de los fieles la cercanía del nacimiento del Mesías Salvador. Aunque no se entone el Himno de Alabanza ni haya flores, la alegría se expresa a través del color litúrgico rosado presente en los ornamentos y vestimentas.
La Iglesia orienta que los fieles celebren el perdón de sus pecados a través del sacramento de la Reconciliación al menos una vez por año, preparándose para la solemnidad de la resurrección de Jesús, en la Pascua. Sin embargo, debido a la dimensión penitencial del tiempo del Adviento, la Iglesia recomienda a los fieles que, llegando el final del año y reflexionando sobre las vivencias y realizaciones, igualmente busquen el perdón sacramental, para que el corazón sea un lugar digno para acoger al Niño Dios que nace.
Vivamos intensamente el tiempo litúrgico del Adviento, preparándonos de modo personal, familiar, comunitario y social. Valoremos la novena de Navidad, preferencialmente rezada en familia y por las casas, como Iglesia evangelizadora en salida, aprovechando la sensibilidad espiritual de las personas y de las familias por ocasión del fin del año.



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