El fin del mundo no significa su
destrucción o aniquilación - como muchos imaginan -, sino que el mundo va a
alcanzar su fin, su finalidad, su propósito, su objetivo, su meta, definida por
el propio Dios al crearlo bueno.
Así como la mujer y el hombre, creados
a imagen y semejanza de Dios, el mundo refleja la belleza, la armonía, el
orden, la sabiduría de Quien lo creó. Contemplando el universo, las estrellas,
los mares, las montañas, los bosques, los pequeños y grandes animales, la mujer
y el hombre pueden intuir la grandeza, la bondad, la perfección del Creador que
dejó Sus marcas en las creaturas, particularmente en el ser humano. El mundo
tiene un propósito: servir a Dios en el servicio a la humanidad.
Es cierto que el mundo ha sido explotado
por el ser humano más allá de su capacidad de auto-regulación. Los efectos han
sido catastróficos, no solo para el propio mundo, sino también para la propia
humanidad, para tristeza de Dios Creador.
También el mundo espera ardientemente la
manifestación de los hijos de Dios, a fin de que sea liberado de la ambición
desmedida de la mujer y del hombre gananciosos.
La liberación de la humanidad y del mundo
ya comenzó y está en un ritmo avanzado desde que Dios Hijo se hizo Hombre,
iniciando los nuevos cielos y la nueva tierra y, principalmente, por Su muerte
y resurrección, cuando la humanidad y el mundo fueron lavados por la Sangre del
Cordero.
Hasta la plenitud de los tiempos,
Jesucristo está reuniendo y restaurando en Sí, por la acción del Espíritu
Santo, la humanidad y el mundo, a fin de presentarlos al Padre completamente
redimidos. Así, inaugurada la eternidad feliz, Dios será todo en todos: en la
humanidad y en la creación.
El universo - a pesar de su grandeza y
capacidades extraordinarias - no es eterno. Por su materialidad, tiene un
principio y, sí, puede tener un fin. De hecho, la ciencia astronómica, con sus
herramientas y sus investigaciones, ha podido observar varias galaxias y
estrellas dejando de existir.
A pesar de la armonía y orden del universo,
sí, existe la posibilidad de la finitud. Sin embargo, los cristianos insisten
en su fe de que, cuando Jesucristo venga por segunda vez, de modo definitivo y
revestido de Su gloria, todo será restaurado y presentando al Padre, que tiene
poder suficiente para llamar a la existencia - por Su Hijo y por el Espíritu
Santo - todas las cosas, todo lo que es bueno.
Los cristianos afrontan el tema del fin del
mundo con esperanza y confianza absolutas en Dios, que se ha revelado amoroso y
todo poderoso. El cuidado del planeta, de los recursos naturales y de la vida
nace justamente de la experiencia religiosa de Dios como principio y fin de
todas las cosas, despertando para el compromiso ético.
Nenhum comentário:
Postar um comentário