sexta-feira, 29 de novembro de 2019

¿Cómo entender el actual fenómeno de las migraciones internacionales? ¿Cómo tratar los migrantes?


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Las migraciones siempre existieron en la historia de la humanidad. Por migraciones entendemos la movilidad de personas, familias y grupos sociales de un lugar a otro, tanto dentro del propio país como a otra nación. Vale recordar que los Derechos Universales aseguran a la persona la posibilidad de migrar a otra región conforme sus legítimos intereses, obligando los países a acoger los migrantes, a darles condiciones de obtener ciudadanía, de ser amparados jurídicamente, con derechos y deberes civiles.
Por lo general, al menos las grandes religiones monoteístas (Judaísmo, Cristianismo e Islam), tuvieron en el pasado y todavía tienen en el presente grandes experiencias migratorias, que acabaron despertando en ellas una aguzada sensibilidad por los migrantes. Importantes personajes en sus libros sagrados pasaron por la experiencia de la movilidad y sus infortunios.
Podemos recordar los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, Moisés y la huida de Egipto, el Destierro o Exilio en Babilonia, la diáspora de los judíos, cristianos y musulmanes a diversas regiones del mundo antiguo, los viajes misioneros del apóstol Pablo y sus compañeros etc.
En la actualidad, el fenómeno de las migraciones internacionales se ha intensificado a causa de la violencia política, la persecución religiosa, la miseria económica, la falta de oportunidades de desarrollo y trabajo, la realidad de la guerra y del tráfico de drogas, entre otros motivos.
El número excesivo de migrantes ha desafiado la capacidad de acogerles debidamente, sin descuidar de los derechos de los ciudadanos nativos y sus legítimas necesidades, como vivienda, alimentación, salud, educación, trabajo, transporte, seguridad etc.
Después de un período de grandes facilidades migratorias, muchos países en la actualidad han dificultado el ingreso de extranjeros, inclusive por razones turísticas, estudiantiles y laborales. Hay una tendencia cada vez más creciente de rechazar los migrantes supuestamente para mantener los derechos de los ciudadanos nativos.
Desafortunadamente esa actitud ha alimentado la xenofobia, que es el cierre en la propia cultura nacional, rechazando la contribución de las personas procedentes de otras regiones del mundo, de modo consciente o inconsciente.
Los cristianos, por razones humanitarias y religiosas, deben acoger los migrantes y trabajar para que sus legítimos derechos sean asegurados, conforme las leyes internacionales. Deben participar activamente de espacios para discusiones de las cuestiones migratorias, apoyando políticas públicas en favor de los migrantes, especialmente de los niños, ancianos y físicamente fragilizados, fortaleciendo la política internacional y las causas humanitarias en favor de los países en guerra o que sufrieron tragedias naturales.
El Papa Francisco ha insistido mucho en el cuidado a los migrantes, recordando la enseñanza de Jesucristo: “Fui forastero, y me recogistes” (Mateo 25, 35c).



quinta-feira, 28 de novembro de 2019

En sus investigaciones e invenciones, ¿las ciencias y los científicos deben tener poder ilimitado?


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La ética es una rama de la Filosofía que se dedica a contestar preguntas como éstas: “¿qué es el bien?”, “¿cómo lograrlo?” y “¿cómo evitar el mal?”.
Para alcanzar sus elevados propósitos, la ética se basa en la sabiduría acumulada a lo largo de la historia de la humanidad, reflejando sobre sus luces y sombras, sobre sus aciertos y errores, dialogando con las ciencias humanas, como el Derecho, la  Sociología, la Psicología, la Antropología, la Teología y la propia Filosofía.
La ética lanza su mirada hacia las más variadas áreas del pensar y del actuar humanos: hacia la economía, hacia la educación, hacia la cultura, hacia la religión, hacia las ciencias, hacia la tecnología etc. La ética tiene valentía para hacer preguntas incómodas que, muchas veces, las personas y la sociedad no están dispuestas a hacerlo, o están tan distraídas con los quehaceres de la vida cotidiana, o están seducidas por los supuestos beneficios del progreso de la humanidad.
Las ciencias y los científicos existen dentro de la sociedad humana y deben estar al servicio de ella, contribuyendo para que ella alcance sus propósitos, que podrían ser la búsqueda del bien común, la defensa y promoción de la vida y de la dignidad humana, la fraternidad entre las personas y los pueblos, la humanización de las estructuras sociales, entre otros.
En la eventualidad de que las ciencias y los científicos, en vez de contribuir, estorbaran la sociedad humana, es extremadamente necesario limitar su poder y su acción. En un pasado no muy lejano, las investigaciones e invenciones de las ciencias y los científicos se prestaron para intimidar pueblos y naciones a través de armas de destrucción en masa, tanto de la vida cuanto del medio ambiente y del planeta.
La sociedad no quiere mirar de manos atadas a supuestos avanzos científicos y tecnológicos que, en vez de contribuir para que los seres humanos vivan como hermanos y se entreayuden, divide, separa, confunde, lleva al materialismo consumista, ignorando la escasez de los recursos naturales, reemplazando el trabajo humano por las máquinas, favoreciendo el desempleo y la miseria, manipulando indebidamente la vida vegetal y animal y el medio ambiente, interviniendo en la temperatura del planeta etc.
Se espera de los ciudadanos que acompañen y presionen las personas que les representan en el ejercicio del poder, a fin de crean leyes y las apliquen en el sentido de limitar las investigaciones e invenciones de las ciencias y de los científicos, pues ni toda producción científica interesa a los ciudadanos y la sociedad en general. Las ciencias y los científicos deben ser responsables por lo que producen, ya que generan consecuencias que afectan el presente y el futuro de la humanidad y del planeta.
Sabemos que, desafortunadamente, las ciencias no son neutrales; al revés, ellas sirven a los propósitos de las grandes corporaciones mundiales que, haciendo inversiones millonarias en investigaciones e invenciones, buscan casi exclusivamente ventajas económicas, políticas y sociales.



quarta-feira, 27 de novembro de 2019

¿Cómo transformar nuestras familias en "iglesias domésticas", en "santuarios de la vida"?


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Dios ama las familias. Él mismo es una familia divina, formada por el Padre-Creador, el Hijo-Redentor y el Espíritu Santo-Consolador. Es una familia donde reina el amor, la complicidad, el orden, la donación, la abertura, la solidaridad, la corresponsabilidad, la autenticidad, la sencillez, la comunión.
Este amor divino por las familias llegó al punto de que Dios mismo quiso, en el misterio de la encarnación de Dios Hijo hecho Hombre, formar una familia con la Madre María y el Padre adoptivo José, en el hogar feliz y sagrado en Nazaret de Galilea.
Por estas razones y muchas otras, se vuelve evidente la inmensa dignidad de la familia, que no limita cada uno de sus miembros, sino que, al revés, permite a sus integrantes crecer en su abertura al otro y en la capacidad de amar hasta las últimas consecuencias, alcanzando la madurez y la felicidad.
La familia realmente es una Iglesia doméstica y un Santuario de la vida. Si la familia dejara de serlo, estaría frustrando su propio objetivo e inspiración. Pues la familia es más que un conglomerado de personas que viven juntas por razones meramente económicas, regida por un contrato civil que impone derechos y deberes.
Cada miembro de la familia necesita empeñarse de verdad para que, ante Dios y la sociedad, sea cada vez más evidente su realidad como Iglesia doméstica y como Santuario de la Vida. La madre, el padre, las hijas e hijos, las hermanas y hermanos, las tías y tíos, las abuelas y abuelos, las sobrinas y sobrinos, las nietas y nietos - definitivamente, todos - necesitan estar comprometidos con la identidad profunda de la familia. No es posible improvisar. No es un juego, algo sin importancia, secundario.
La familia es cada vez más una Iglesia doméstica cuando sus miembros están comprometidos con la oración personal y también familiar, alrededor de la Palabra de Dios, leída y meditada - fortalecida por la oración comunitaria y litúrgica, especialmente en el sacramento de la Eucaristía - al comenzar y culminar el día, antes de las comidas, en las bendiciones de los padres y abuelos a los hijos y nietos, en los objetos religiosos presentes en los ambientes de la casa (crucifijo, imágenes, cuadros, oratorio familiar) y, principalmente, en el amor y respeto entre sus miembros, en la capacidad de comprender y perdonar, en la corresponsabilidad en las tareas domésticas, en la alegría de la sencillez etc.
La familia es cada vez más un Santuario de la vida cuando sus miembros están comprometidos con la maternidad y paternidad responsables, con la educación humano-cristiana de sus miembros, con el debido honor al padre y la madre, en la atención preferencial a los enfermos y ancianos, en la valoración de la persona más que las tecnologías, en el cuidado a las mascotas y las plantas y jardines, en la abertura de la caridad a los amigos y vecinos, especialmente las personas más carenciadas y necesitadas, en la defensa de la vida desde su etapa intrauterina hasta la muerte natural.
Mirando el ejemplo de la familia divina - el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - y la Sagrada Familia de Nazaret - Jesús, María y José - esperamos que todos los cristianos se empeñen para apoyar a las familias para que sean, de verdad y decididamente, Iglesias domésticas y Santuarios de la vida, esperanza del mundo.



terça-feira, 26 de novembro de 2019

¿Por qué la preparación para la Navidad (Adviento) no es un tiempo litúrgico festivo, sino penitencial?


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Los cristianos eligieron la fecha 25 de diciembre - día más claro del año en el hemisferio norte, cuando la antigua cultura grecorromana celebraba el Sol invicto - para hacer la memoria del nacimiento de Dios Hijo hecho Hombre, Jesús.
Se trata de la segunda más importante fiesta de la liturgia cristiana, después de la resurrección, en la Pascua. Es una fiesta tan solemne, que tiene duración de ocho días, seguidos de algunas semanas, hasta la Solemnidad del Bautismo del Señor.
Cuatro domingos antes de la Navidad, los cristianos inician su preparación espiritual, que justamente inaugura un nuevo Año Litúrgico. Ese tiempo de preparación recibe el nombre de Adviento, una palabra que significa llegada.
La espiritualidad de ese tiempo litúrgico es penitencial, reservando la alegría y el clima festivo para la solemnidad de la Navidad.
Todo en la liturgia invita a la reflexión y a la conversión personal, familiar, comunitaria y social: el color morado de los ornamentos y vestimentas, la ausencia del Himno de Alabanza, la ausencia de flores, los cánticos más suaves en vez de eufóricos, los instrumentos menos ruidosos etc.
El tiempo litúrgico del Adviento está organizado en dos etapas distintas y complementares: antes y después del día 16 de diciembre. En la primera etapa, más larga que la segunda, se reflexiona sobre la segunda venida de Jesucristo, revestido de gloria, para juzgar a vivos y muertos, y, a la vez, se recuerda la promesa de Dios a través de los profetas de enviar el Mesías Salvador, cuya venida debería ser preparada a través de la penitencia y conversión.
La segunda etapa del tiempo del Adviento coincide con los ocho días anteriores a la Navidad, en los cuales se reflexiona sobre los acontecimientos que precedieron el nacimiento de Dios Hijo, volviendo el corazón hacia la Virgen María y el carpintero José, hombre justo.
Merecen destaque la corona del Adviento y el tercer domingo. Para marcar la sucesión de las cuatro semanas preparatorias, las comunidades - y algunas familias - adornan cuatro grandes velas y las encienden solemnemente, una a cada semana, en la intención de que se disipen las tinieblas del mundo y de los corazones con la claridad del Mesías Salvador. Los colores de las velas son: primero la verde, después la roja, luego la morada y, finalmente, la blanca.
El tercer domingo recibe el nombre de “Gaudete”, que significa alegría. Es especial porque recuerda a la comunidad de los fieles la cercanía del nacimiento del Mesías Salvador. Aunque no se entone el Himno de Alabanza ni haya flores, la alegría se expresa a través del color litúrgico rosado presente en los ornamentos y vestimentas.
La Iglesia orienta que los fieles celebren el perdón de sus pecados a través del sacramento de la Reconciliación al menos una vez por año, preparándose para la solemnidad de la resurrección de Jesús, en la Pascua. Sin embargo, debido a la dimensión penitencial del tiempo del Adviento, la Iglesia recomienda a los fieles que, llegando el final del año y reflexionando sobre las vivencias y realizaciones, igualmente busquen el perdón sacramental, para que el corazón sea un lugar digno para acoger al Niño Dios que nace.
Vivamos intensamente el tiempo litúrgico del Adviento, preparándonos de modo personal, familiar, comunitario y social. Valoremos la novena de Navidad, preferencialmente rezada en familia y por las casas, como Iglesia evangelizadora en salida, aprovechando la sensibilidad espiritual de las personas y de las familias por ocasión del fin del año.



segunda-feira, 25 de novembro de 2019

¿Cómo será el fin del mundo?


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El fin del mundo no significa su destrucción o aniquilación - como muchos imaginan -, sino que el mundo va a alcanzar su fin, su finalidad, su propósito, su objetivo, su meta, definida por el propio Dios al crearlo bueno.
Así como la mujer y el hombre, creados a imagen y semejanza de Dios, el mundo refleja la belleza, la armonía, el orden, la sabiduría de Quien lo creó. Contemplando el universo, las estrellas, los mares, las montañas, los bosques, los pequeños y grandes animales, la mujer y el hombre pueden intuir la grandeza, la bondad, la perfección del Creador que dejó Sus marcas en las creaturas, particularmente en el ser humano. El mundo tiene un propósito: servir a Dios en el servicio a la humanidad.
Es cierto que el mundo ha sido explotado por el ser humano más allá de su capacidad de auto-regulación. Los efectos han sido catastróficos, no solo para el propio mundo, sino también para la propia humanidad, para tristeza de Dios Creador.
También el mundo espera ardientemente la manifestación de los hijos de Dios, a fin de que sea liberado de la ambición desmedida de la mujer y del hombre gananciosos.
La liberación de la humanidad y del mundo ya comenzó y está en un ritmo avanzado desde que Dios Hijo se hizo Hombre, iniciando los nuevos cielos y la nueva tierra y, principalmente, por Su muerte y resurrección, cuando la humanidad y el mundo fueron lavados por la Sangre del Cordero.
Hasta la plenitud de los tiempos, Jesucristo está reuniendo y restaurando en Sí, por la acción del Espíritu Santo, la humanidad y el mundo, a fin de presentarlos al Padre completamente redimidos. Así, inaugurada la eternidad feliz, Dios será todo en todos: en la humanidad y en la creación.
El universo - a pesar de su grandeza y capacidades extraordinarias - no es eterno. Por su materialidad, tiene un principio y, sí, puede tener un fin. De hecho, la ciencia astronómica, con sus herramientas y sus investigaciones, ha podido observar varias galaxias y estrellas dejando de existir.
A pesar de la armonía y orden del universo, sí, existe la posibilidad de la finitud. Sin embargo, los cristianos insisten en su fe de que, cuando Jesucristo venga por segunda vez, de modo definitivo y revestido de Su gloria, todo será restaurado y presentando al Padre, que tiene poder suficiente para llamar a la existencia - por Su Hijo y por el Espíritu Santo - todas las cosas, todo lo que es bueno.
Los cristianos afrontan el tema del fin del mundo con esperanza y confianza absolutas en Dios, que se ha revelado amoroso y todo poderoso. El cuidado del planeta, de los recursos naturales y de la vida nace justamente de la experiencia religiosa de Dios como principio y fin de todas las cosas, despertando para el compromiso ético.



sexta-feira, 22 de novembro de 2019

¿Existen criterios para elegir madrinas y padrinos de Bautismo, de Confirmación, de Matrimonio?

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Como lo sabemos, los sacramentos son signos eficaces de la presencia y la acción redentora de Cristo en las más importantes etapas de la vida de los fieles, de modo individual y también comunitariamente.
Aunque tenga poder y libertad suficientes para actuar solo - recordemos cuando el mundo fue creado y cuando Jesús aceptó morirse en la cruz para la salvación de la humanidad -, Dios quiere la colaboración de la mujer y del hombre para que Su Gracia llegue a los corazones y en ellos crezca.
Mirando hacia Jesús - especialmente durante su vida oculta en Nazaret -, Su Madre María y José, Su Padre adoptivo, fueron importantísimos colaboradores de Dios, mientras Su Gracia crecía en el corazón de Dios Hijo hecho Hombre.
El sacramento del Bautismo generalmente es administrado a los bebés, que poseen una consciencia mínima de la Gracia que reciben. Cuando alcanza el uso de la razón, acoge el anuncio completo de la fe y realiza una profunda experiencia de la presencia y la acción de Dios en su vida, el fiel joven o adulto confirma el propio Bautismo recibiendo la Unción plena del Espíritu Santo por el oleo del Santo Crisma. Y cuando discierne la propia vocación de servicio, decidiéndose por el Matrimonio, por la vida conyugal y por la constitución de la propia familia, el fiel pide y recibe la Gracia de Dios para amar con el amor de Cristo-Esposo por la Iglesia-Esposa.
El propio fiel - sobre todo a partir de la juventud y la edad adulta - es definitivamente el primer y principal responsable por la Gracia de Dios recibida a través de los sacramentos, a fin de que ella crezca en su corazón. También tienen importante responsabilidad por el crecimiento en la Gracia de Dios la madre y el padre de quien recibió los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y el Matrimonio. Participan de esta responsabilidad la madrina y el padrino, debidamente elegidos, sea por el propio fiel, sea por la madre y el padre. Finalmente, la propia comunidad de los fieles, por el testimonio del amor fraterno y de la fe vivida con alegría y transmitida con entusiasmo, es igualmente responsable por el crecimiento en la Gracia de Dios.
Sabemos que entre los miembros de las familias y entre los amigos existe respeto, confianza y afinidad, que motivan las personas a elegir madrinas y padrinos para el Bautismo de sus hijas e hijos o para la propia Confirmación o Matrimonio.
Sin embargo, para que puedan ejercer adecuadamente la función que se espera de una madrina, de un padrino, las personas deben dar testimonio de la propia fe vivida en comunidad, habiendo ellas mismas recibido primeramente el Bautismo, la Confirmación y el Matrimonio - excepto cuando se trata de un/a religioso/a, un ministro ordenado o una persona soltera fuera de una unión libre.
Por eso, es muy importante que, antes de invitar un familiar o un amigo para ser madrina o padrino de los sacramentos del Bautismo, Confirmación o Matrimonio, el fiel o su madre y su padre averigüen si los candidatos reúnen las condiciones mínimas recomendadas por la Iglesia, para evitar trastornos innecesarios.
En última instancia, se espera de las madrinas y padrinos que sean un buen ejemplo e inspiración para sus ahijadas e ahijados, acompañándolos de cerca y dándoles consejos cristianos en momentos de crisis o de dificultad, especialmente en la ausencia momentánea o definitiva de la madre y padre biológicos.



quinta-feira, 21 de novembro de 2019

¿Cómo sería nuestra vida luego de la muerte?


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Para comenzar la conversación: Dios creó cada mujer y hombre para Sí. Venimos de Dios y a Él debemos volver. Dios permite que existamos para que cumplamos una misión. Estamos en este mundo como extranjeros, peregrinando hacia nuestra patria definitiva que es la eternidad feliz junto a Dios.
Fuimos creados por el Padre, redimidos por el Hijo y santificados por el Espíritu Santo para la salvación eterna, y no para la perdición. Dios no siente ninguna satisfacción en condenar la mujer y el hombre; al revés, Él ha hecho todo lo que está a Su alcance para que, una vez concluida su existencia terrenal, el ser humano viva eternamente junto a Él.
En la eventualidad de que alguien no llegue a la patria definitiva, la responsabilidad no es de Dios, sino de la persona que no supo aprovechar las inúmeras oportunidades ofrecidas por Él.
La salvación eterna recibe varios nombres: “cielo”, “paraíso”, “Jerusalén celestial” etc. En la verdad, no se trata de un “lugar físico o material”, sino de una realidad completamente nueva en la cual todo y todos existen en Dios y para Dios.
Los autores bíblicos y los artistas suelen referirse a la realidad de la salvación eterna basándose en la experiencia humana de belleza y armonía. El “cielo” suele ser representado como un jardín, con verdes pastos, árboles fructíferos, pájaros en los cielos, ríos con aguas cristalinas, personas sonriendo.
Algunos se refieren al “paraíso” como un palacio real donde Dios está sentado sobre un trono, con corona, cetro de poder, anillo de autoridad, vestes espléndidas, rodeado de servidores, de un numeroso coral de voces e instrumentos.
Sin duda, se trata de una bella experiencia artística; pero no debemos absolutizar tales expresiones, pues la salvación eterna es infinitamente superior a lo que nuestros sentidos humanos son capaces de captar y nuestra inteligencia es capaz de imaginar.
Vale recordar que, según la fe cristiana, la salvación eterna es para el ser humano completo - cuerpo, mente y espíritu. De pronto a causa de la evidencia del cadáver sepultado, muchos cristianos, seguramente influenciados por otras tradiciones religiosas, creen y enseñan que la salvación de Dios es solo para el alma. Pero eso no es correcto. 
Así como Jesucristo, cuyo cuerpo realmente pasó por la experiencia de la muerte física, está resucitado con un cuerpo glorioso, también los cristianos creemos que, en la eternidad feliz junto a Dios, tenemos la resurrección de la carne, y nuestro cuerpo alcanza su expresión más plena, revestido de la gloria de Dios.
Respecto del tiempo, así como Dios es eterno y no está sometido a la sucesión de las horas, de los días y de los siglos, sino simplemente existe - sin pasado, presente o futuro -, los cristianos creemos que, en la eternidad feliz junto a Dios, no hay referencia al tiempo cronológico.
En otras palabras, al morirse, la persona inmediatamente ingresa en la eternidad, sin necesidad alguna de “esperar”. La sucesión del tiempo es una realidad solo para los vivos; los muertos ya no están sometidos al tiempo.
En la segunda venida de Cristo, revestido de Su gloria, en la plenitud de los tiempos, los vivos serán juzgados junto a los muertos, a fin de que sean admitidos a la salvación eterna, de que ingresen a la patria definitiva, excepto quienes, libremente, por palabras y obras, rechazaron a Dios y la gracia que Él ofrece en Su Hijo Jesucristo, por el Espíritu Santo.



quarta-feira, 20 de novembro de 2019

¿Qué sería una "sanación intergeneracional"?


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Como lo sabemos, el ser humano es una trinidad de cuerpo, mente y espíritu - distintos e interconectados. Excepto en situaciones muy particulares, generalmente la salud del cuerpo también se refleja en la mente y el espíritu, y viceversa. Desafortunadamente lo opuesto también es verdadero: la enfermedad de la mente contagia el espíritu y el cuerpo, y viceversa.
Cuando el cuerpo está enfermo, la persona es encaminada a un profesional del área de la salud, a un experto, a fin de ser evaluada clínicamente y, si necesario, recibir medicación o someterse a una intervención quirúrgica o a un procedimiento médico.
Cuando la mente está enferma, la persona es encaminada a un profesional del área de la Psicología, a un terapeuta, a fin de ser acompañada y, si necesario, recibir medicación a través de la Psiquiatría y de la internación en casa de salud psíquica.
Cuando el espíritu está enfermo, la persona es encaminada a un ministro de la Iglesia, ordenado o no ordenado, a fin de ser acompañada, dirigida y, si necesario, ser encaminada a los sacramentos de la Reconciliación, de la Unción de los Enfermos, de la Eucaristía.
Como lo sabemos, en materia de salud, es mejor prevenir que remediar. Es necesario fomentar estilos de vida sanos que, en la medida de lo posible, conserven y promuevan la salud, sin la necesidad de la compra y la administración de remedios.
Una persona sana influye positivamente las demás personas a su alrededor, de modo directo e indirecto. Desafortunadamente lo opuesto también es verdadero: una persona enferma influye negativamente las demás personas a su alrededor, de modo directo e indirecto.
Hay una enorme posibilidad de que las personas y familias en la actualidad estén negativamente influenciadas por generaciones pasadas, en el aspecto corporal, psíquico y espiritual. Es importante tomar consciencia de estas influencias e iniciar un proceso de ruptura y sanación, estableciendo nuevos hábitos y costumbres que influyen positivamente las generaciones presentes y futuras.
Algunos ejemplos de posturas de generaciones pasadas que influyen negativamente las generaciones presentes podrían ser: rechazo de hijos (hasta durante la gestación), desequilibrio emocional/afectivo/sexual, ateísmo, sincretismo religioso, satanismo, materialismo, consumismo, divorcios, prejuicios, bullying, asesinatos, accidentes, sentimiento de inferioridad, apegos, odio, falta de perdón etc.
Bajo el impulso del Espíritu Santo, ministros de la Iglesia, ordenados y no ordenados, pueden colaborar y acompañar las personas en la consciencia y superación de las influencias negativas de las generaciones pasadas, en lo que se refiere exclusivamente a la salud del espíritu, a través de un proceso de amorización, de la orientación espiritual y del encaminamiento a los sacramentos.



terça-feira, 19 de novembro de 2019

¿Cómo entender la pedofilia en la Iglesia?


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La pedofilia es un serio desvío de carácter, que puede ser causado por disturbios o trastornos de orden sexual, volviendo quien la practica una amenaza real para la sana convivencia social, especialmente para las criaturas.
Una persona adulta sana tiene intereses y deseo sexual por personas adultas, conscientes y libres. Sin embargo, una persona pedófila se interesa y desea sexualmente criaturas, todavía vulnerables e ingenuas.
La práctica de la pedofilia es más repugnante todavía cuando quien la ejerce utiliza su posición social, su prestigio, su autoridad para manipular, constreñir y amenazar la criatura, a fin de obtener de ella ventajas o favores sexuales.
La pedofilia es un crimen sin negociación, pasible de condena conforme el código de derecho civil y el estatuto del niño y del adolescente, tanto para quien la practica cuanto para quien se vuelve cómplice por omisión consciente. Además de cumplir condena, las personas involucradas son obligadas a indemnizar la víctima.
La pedofilia es una práctica hedionda, tanto en la sociedad en general cuanto en la Iglesia. Se espera de los cristianos que, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, sepan acoger y respetar las criaturas, cuidando de ellas y protegiéndolas de cualquier clase de peligro o riesgo, incluyendo los de naturaleza sexual.
Aunque algunos miembros de la Iglesia hayan cometido el crimen de la pedofilia - y que algunas autoridades eclesiales se hayan omitido, aún tomando conocimiento de las prácticas - oficialmente la Iglesia repugna la pedofilia y orienta sus autoridades a defender la víctima, no quien cometió el crimen, entregando la persona a las autoridades civiles para que lleven adelante el proceso jurídico.
Además, la Iglesia oficialmente determina que la persona pedófila indemnice la víctima, a fin de que pueda superar los traumas generados por tal crimen.
Para prevenir y evitar la práctica de la pedofilia, la Iglesia convoca a todos sus miembros para que estén atentos y acompañen de modo cercano y prudente las actividades evangelizadoras infantiles, observando tanto las criaturas cuanto las personas que las conducen. Es muy importante que las madres y los padres participen de las actividades junto con sus hijos e hijas.
En el combate a la pedofilia, la sociedad también debe estar atenta a la pornografía infantil y a los materiales eróticos involucrando las criaturas.



segunda-feira, 18 de novembro de 2019

¿Es permitido aplaudir, alzar los brazos y bailar durante la Eucaristía?


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La Eucaristía es uno de los siete sacramentos, junto con el Bautismo, la Confirmación, la Reconciliación, la Unción de los Enfermos, el Matrimonio y el Orden Sagrada.
La Eucaristía celebra el misterio de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo durante un Año Litúrgico, con tiempos y espiritualidades bien definidos, por ejemplo: ciclo del Adviento/Navidad (encarnación), ciclo de Cuaresma/Pascua (muerte y resurrección), ciclo ordinario (vida y ministerio).
La celebración de la Eucaristía involucra la persona por entero, en su capacidad intelectual, en su sensibilidad y emociones, y también en su corporeidad. Cuanto más involucre la persona por entero, más eficiente es la celebración de la Eucaristía.
El dinamismo y el ritmo de la Eucaristía se expresan en sus cuatro ritos, a saber: Ritos Iniciales, Liturgia de la Palabra, Liturgia Eucarística y Ritos Finales.
Aplaudir, alzar los brazos y bailar son manifestaciones de efusiva alegría generadas por estar en la presencia de Jesucristo resucitado, por estar en la Casa de Dios, por estar reunidos los hermanos, por alabar y engrandecer a Dios por sus manifestaciones pasadas y presentes, por saberse habitado por el Espíritu Santo.
Hay ritos litúrgicos que inspiran manifestaciones de efusiva alegría, individuales y comunitarias, por ejemplo: el inicio de la Eucaristía, el Himno de Alabanza, el Santo, la despedida. Hay tiempos litúrgicos que motivan tales manifestaciones: la Navidad, la Pascua, el Pentecostés.
Hay fieles y comunidades más adelantados en la reflexión y la realización de gestos para acompañar los ritos litúrgicos, de modo legítimo y conforme las orientaciones litúrgicas oficiales presentadas por las conferencias episcopales continentales y nacionales y por las comisiones diocesanas.
Aunque sean prácticas permitidas, aplaudir, alzar los brazos y bailar deben ser libres, espontáneas y opcionales; nadie debe sentirse obligado a manifestarse con efusiva  alegría - ni laicos, ni ministros ordenados.
En una catequesis litúrgica y eucarística, conviene estimular los niños, adolescentes y jóvenes - en la línea de una acción litúrgica que involucra la persona por entero (inteligencia, sensibilidades, emociones, corporeidad) - para que expresen la alegría de la fe de modo libre y espontáneo, según las orientaciones de la Iglesia.
Vale recordar que hay momentos y tiempos litúrgicos impropios para manifestaciones efusivas de alegría. Por ejemplo: el Acto Penitencial, la consagración eucarística, el Cordero de Dios. Y también: el ciclo cuaresmal, el ciclo de Adviento.
La Eucaristía, sí, es la actualización del sacrificio de Jesucristo en la cruz; es también el alegre encuentro con Jesús resucitado al partir el Pan, que nos lleva a la comunidad y al anuncio misionero.



sexta-feira, 15 de novembro de 2019

¿Cómo es posible al católico equilibrar acción, formación y espiritualidad?


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Las muchas capacidades y potencialidades humanas podrían expresarse en las palabras acción, formación y espiritualidad que, suficientemente equilibradas y armonizadas, podrían ayudar la persona a crecer de modo integral y alcanzar su plenitud.
Por razones pedagógicas, podemos hablar separadamente de acción, formación y espiritualidad. Pero, en realidad, ellas se implican mutuamente y, si llegaran a separarse, resultaría en un desequilibrio perjudicial tanto a la persona cuanto a quienes viven con ella.
Podríamos comenzar hablando de la formación. Gracias a la dimensión educativa e intelectual, apoyada inicialmente por los padres, profesores y catequistas, la persona pasa a conocer de modo cada vez más profundo a sí misma, al mundo a su alrededor, a la sociedad de la cual hace parte, al Evangelio de la salvación en Jesucristo, desarrollando y adquiriendo nuevas capacidades y habilidades que permiten a la persona cumplir los propósitos que ella descubrió para la propia vida. Vale recordar que, después de la formación inicial fundamental, debe ser implementada la formación permanente.
Hablando de la espiritualidad, gracias a la dimensión religiosa y mística, la persona pasa a relacionarse con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, reconociéndose como Su imagen y semejanza, hija del Creador, hermana del Redentor y templo del Santificador, progresando a través de la oración personal y comunitaria, de la meditación de la Sagrada Escritura, de la vivencia sacramental, del testimonio del amor fraterno, del anuncio misionero, del servicio a los más carenciados.
Hablando ahora de la acción, gracias a la dimensión profesional y pastoral, la persona pasa a colaborar activamente en el cambio de las mentes y de las estructuras sociales a partir de los valores del Evangelio, del Reino de Dios, conforme la Doctrina Social de la Iglesia, en la defensa de la vida, la familia, la justicia y la paz. Pastoralmente hablando, la persona se compromete y actúa en las comunidades, pastorales y movimientos, en unión afectiva y efectiva con los obispos en las diócesis y con los sacerdotes y diáconos en las parroquias, ejerciendo un discipulado misionero en el liderazgo corresponsable, despertando y acompañando vocaciones laicas, consagradas y sacerdotales.
En el misterio de la distribución de los talentos a los hombres por parte del Espíritu Santo, es legítimo que algunas personas privilegien la acción, la formación o la espiritualidad. Sin embargo, nada justifica tratar de menos las demás áreas pues, como lo fue dicho anteriormente, eso resultaría en un desequilibrio perjudicial tanto a la persona cuanto a quienes viven con ella.
Sería importante que la persona reconociera las propias fortalezas y debilidades, reorganizando y redistribuyendo el tiempo y las prioridades a fin de hacer el necesario equilibrio y armonía entre la acción, la formación y la espiritualidad.



quinta-feira, 14 de novembro de 2019

¿"Día del pobre"? ¿Qué cosa es?


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La Jornada Mundial del Pobre - o simplemente “Día del Pobre” - fue instituida por el Papa Francisco para ser celebrada el domingo anterior a la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, que encierra el Año Litúrgico, justamente en preparación a esta solemnidad.
Como lo sabemos, el Papa Francisco instituyó un Jubileo Extraordinario de la Misericordia que inició al final de 2015 y fue concluido en noviembre de 2016. Los fieles tuvieron la oportunidad de recordar y practicar las obras de misericordia que se inspiraban en el capítulo 25 del evangelio según Mateo, justamente el mismo texto utilizado en la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo.
El texto trata del juzgamiento final, en el cual tomarían posesión del Reino de los Cielos quienes practicaron las obras de misericordia con las personas con hambre, con sed, sin ropa, extranjeras, enfermas, en las cárceles - pues lo hicieron con el propio Hijo del Hombre, misteriosa pero realmente presente en los hermanos más pequeños.
En el cierre del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, el Papa Francisco escribió una breve carta en la cual, además de dar gracias a Dios por todos los frutos del jubileo, él instituía la Jornada Mundial del Pobre, como gesto concreto a ser repetido anualmente.
El objetivo era - además de celebrar litúrgicamente y ofrecer oraciones por las personas que padecen las más variadas formas de pobreza espiritual y material - motivar los fieles para que fuesen una Iglesia en salida que se encontrara y se solidarizara con los más pobres, reconociendo en ellos a Jesucristo Rey del Universo y les sirviendo, comprometidos con ellos en el cambio de sus condiciones de vida, para que todos tomaran posesión del Reino de los Cielos.
La primera Jornada Mundial del Pobre ocurrió el 2017, el domingo 19 de noviembre. El 2019, el Día del Pobre será el domingo 17 de noviembre.
Atendamos al pedido del Papa Francisco y participemos decididamente de la tercera Jornada Mundial del Pobre, junto a nuestras comunidades, pastorales y movimientos, demostrando a los pobres que ellos son bienaventurados, ya que les pertenecen el Reino de los Cielos y la Iglesia, que es su sacramento en el mundo.
Y que la realización anual del “Día del Pobre” nos motive al compromiso cotidiano con las personas más necesitadas, como nos enseñan la Palabra de Dios y los Documentos de la Iglesia, particularmente su Doctrina Social.



quarta-feira, 13 de novembro de 2019

"Padre bueno es aquel que atiende los fieles en el confesionario". ¿Qué contestar a quienes piensan así?

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Al recibir el sacramento del Bautismo, el cristiano participa de la triple misión de Jesús, o sea, santificar como sacerdote, gobernar como rey y enseñar como profeta.
El sacerdocio, la realeza y el profetismo de Jesús son vividos de diversos modos, conforme la opción vocacional de cada cristiano. Puede hacerlo como fiel laico en el ambiente familiar, de trabajo, del compromiso pastoral, de la transformación de la sociedad etc. Puede hacerlo como religioso consagrado, en la vida comunitaria, en el testimonio de Jesús pobre, obediente y casto, en el servicio a la Iglesia a través de su espiritualidad y carisma etc. Por fin, puede hacerlo como ministro ordenado, en el sacerdocio ministerial, por el sacramento del Orden, en el diaconato, en el presbiterado o en el episcopado.
Un presbítero participa de la misión sacerdotal de Jesús santificando los fieles a través de la administración de los sacramentos, que son signos eficaces de la presencia y de la acción de Jesús en la vida del cristiano.
Un presbítero participa de la misión real de Jesús gobernando los fieles a través de la administración de los bienes eclesiales, de los edificios, de las inversiones, de la recaudación, y también del acompañamiento de las comunidades, pastorales y movimientos, en la cercanía fraterna a los fieles laicos que ejercen funciones de liderazgo, ayudando a discernir y tomar decisiones etc.
Un presbítero participa de la misión profética de Jesús enseñando los fieles a través de la predicación de la Palabra de Dios, en obediencia y comunión con el Magisterio de la Iglesia, que son las enseñanzas oficiales de la Iglesia Católica Apostólica Romana. El anuncio y la denuncia proféticos suelen ser ejercidos en la homilía durante la Eucaristía, pero también pueden darse en la docencia, en los medios de comunicación social etc.
Tradicionalmente les gusta a los fieles laicos ver sus presbíteros atendiendo confesiones o ofreciendo consejería pastoral, en las secretarías y salones parroquiales, o incluso presidiendo los sacramentos. Consideran que esta es la función específica del presbítero, que las demás funciones pueden ser ejercidas por los ministros no ordenados.
Existe alguna dificultad en comprender que la misión de gobernar y la misión de enseñar también corresponden al presbítero, sobre todo en la compleja sociedad actual, tan marcadamente tecnológica y secularizada.
Es cierto que el presbítero necesita equilibrar las diferentes dimensiones de su ministerio, siendo capaz de realizar grandes y multitudinarias actividades evangelizadoras sin descuidar la atención personalizada de los fieles, las visitas pastorales y las confesiones auriculares.
Importa que haya una mutua comprensión y colaboración entre los fieles laicos y los ministros ordenados, y que se supere una visión reduccionista y tradicionalista del ministerio presbiteral, ya que ese es dinámico y se enriquece con los talentos concedidos por el Espíritu Santo a los presbíteros para el bien de los fieles y de la Iglesia en su tarea en el mundo.



terça-feira, 12 de novembro de 2019

¿"Iglesia militante"? ¿"Iglesia padecente"? ¿"Iglesia triunfante"? ¿Cómo entenderlo?


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La Iglesia - asamblea de los fieles que creen que Jesús es el Hijo único de Dios hecho Hombre, por Quien la humanidad recibe la salvación por Su muerte y resurrección - nació de la predicación y del testimonio del propio Jesús y, en seguida, se extendió entre las naciones a través de los apóstoles y discípulos conducidos por el Espíritu Santo.
La Iglesia de Jesús - Su Cuerpo Místico, templo del Espíritu Santo y signo visible del Reino de Dios en el mundo - es una sola, una unidad de fe, de esperanza y de caridad, que se manifiesta en tres realidades distintas que, en el misterio de la comunión de los santos, se relacionan y se ayudan mutuamente: la “Iglesia militante”, la “Iglesia padeciente” y la “Iglesia triunfante”.
Nosotros los fieles que peregrinamos en este mundo a fin de transformar los corazones y las estructuras a partir de los valores del Evangelio, para que venga el Reino de Dios, santificándonos por la práctica del amor y por la oración y sacramentos, somos la “Iglesia militante” que camina hacia Dios, hacia los Cielos.
Los fieles que, por razones diversas, cumplieron parcialmente en el mundo la misión recibida de Dios, sin alcanzar la necesaria santidad de vida, luego de la muerte corporal, tienen la oportunidad de hacer penitencia, de purificarse y santificarse en el llamado “purgatorio” y, así, ser admitidos por Dios a los Cielos. Tales fieles, en esta etapa de la salvación eterna, forman la “Iglesia padeciente”, por quien intercede los fieles en la tierra, particularmente en la memoria de Todos los Fieles Difuntos, el día 02 de noviembre.
Finalmente, los fieles que sin dudas cumplieron plenamente en el mundo la misión recibida de Dios, alcanzando la necesaria santidad de vida, luego de la muerte corporal, fueron admitidos por Dios a los Cielos, y forman la llamada “Iglesia triunfante”, que interceden por los fieles que todavía peregrinamos en el mundo y por los que se penitencian en el “purgatorio”. Entre quienes alcanzaron la santidad, hay muchos que fueron canónicamente reconocidos por la “Iglesia militante” y poseen fiestas específicas en su memoria. Hay también muchos otros que alcanzaron la santidad en el anonimato de la vida cotidiana, sin fama ni popularidad. Estos últimos son particularmente recordados en la Solemnidad de Todos los Santos, el día 01 de noviembre.
En cada Eucaristía, está plenamente unida la Iglesia militante, la padeciente y la triunfante, cada cual cooperando con las demás para que todos los fieles alcancen la gloria eterna junto a Dios.



segunda-feira, 11 de novembro de 2019

¿Qué usted sabe sobre el pecado capital "gula"?


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La gula es uno de los siete pecados capitales, junto con la lujuria, la avaricia, la ira, la soberbia, la pereza y la envidia. Reciben el adjetivo “capitales” porque generalmente acaban llevando a quienes los practican a otros pecados.
En pocas palabras, la gula significa comer y/o beber sin moderación, de un modo insaciable, no por necesidad, sino por ansiedad, como una adicción.
Profundizando un poco más, la gula es un descontrol por el cual la persona, muchas veces de un modo inconsciente, intenta llenar un vacío interior con algo material - en el caso, la comida y/o bebida, pero también pueden ser las drogas lícitas y/o ilícitas, los remedios etc.
Solo Dios puede llenar plenamente el vacío del corazón humano y dar sentido y propósito a la vida. Mientras las adicciones esclavizan, Dios libera y salva, en el tiempo presente y en la eternidad.
El exceso de comida y/o bebida - a corto o largo plazo - causa problemas al cuerpo y a la mente, que no está preparado para procesar alimentos en gran cantidad, generando sobrepeso, concentración de grasa en la sangre y en el hígado, aumento del azúcar, deformando el cuerpo, disminuyendo la disposición y el auto-estima, generando angustia y tristeza, en un ciclo destructivo.
Preocupada en saciar sin límites el propio cuerpo, en una actitud egoísta, la persona que comete el pecado capital de la gula suele no pensar en el prójimo, en sus reales necesidades materiales, omitiéndose de practicar la caridad.
Es importante desarrollar por la espiritualidad la virtud de la templanza, para someter a Dios el deseo incontrolable por la comida y/o bebida. Se recomienda la práctica del ayuno, aprendiendo a comer y beber moderadamente, y destinar a los más necesitados el dinero que no fue gastado con la compra de comidas y bebidas.
En la eventualidad de que la persona no consiga vencer sola el pecado capital de la gula, es sumamente recomendable la ayuda de los profesionales del área de la Nutrición, la Psicología y la Psiquiatría. El acompañamiento de los familiares y amigos también es muy importante.
Eduquemos correctamente nuestros niños, adolescentes y jóvenes para el consumo sano y moderado de alimentos y/o bebidas, a fin de que crezcan en el cuerpo, la mente y el espíritu de modo libre, sin esclavizarse por el pecado capital de la gula.



sexta-feira, 1 de novembro de 2019

¿Masturbarse es pecado?


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En su infinita sabiduría divina, el Creador hizo todas las cosas con un propósito bien determinado, contribuyendo a una realidad más amplia, donde todo y todos están conectados y se interdependen y complementan.
La sexualidad en general y la genitalidad en particular también fueron pensadas por Dios para que cumplieran un propósito mayor, a saber: la felicidad y la unión amorosa de la mujer y del hombre en la vivencia conyugal bendecida por Dios por el sacramento del Matrimonio, y la generación responsable de hijas e hijos.
La progresiva consciencia de la sexualidad y genitalidad (tanto de la propia cuanto de la de los demás) a partir de la adolescencia debe darse de un modo sereno y tranquilo, acompañada por los padres o responsables, ayudando los hijos a administrar el impulso sexual de una forma sana, sin absolutizarlo y sin ignorarlo.
La castidad o continencia es una gracia especial concedida por Dios y recibida en oración por las mujeres y hombres para que puedan administrar santamente el impulso sexual. En el caso de las personas solteras, para que conserven la pureza hasta el Matrimonio y; en el caso de las personas casadas, para que permanezcan fieles a las promesas matrimoniales.
La cultura contemporánea, tan marcadamente hedonista y relativista, se esfuerza por todos los medios (especialmente en el ambiente virtual de la Internet) para convencer las personas de que deben obedecer al impulso sexual, reduciendo la sexualidad y la genitalidad a su dimensión instintiva y animal, olvidando que el ser humano es racional, tiene libertad y está orientado al amor y al bien.
Hay una proliferación de páginas de Internet, de imágenes y vídeos, de aplicaciones para dispositivos móviles que ofrecen estímulo a la libertad sexual, deformando la dignidad del ser humano como hijo adoptivo de Dios Padre, redimido por Dios Hijo y habitado por Dios Espíritu Santo.
El incentivo a la masturbación (auto-erotismo, auto-satisfacción) es parte del esfuerzo de la cultura contemporánea. Pero si el adolescente, el joven o adulto - soltero o casado - se entrega desordenadamente a esta práctica, puede causar daño a sí mismo y a los demás consumiendo pornografía, fornicando (manteniendo intimidad sexual fuera del Matrimonio), cometiendo adulterio (relacionándose íntimamente con alguien que no sea la esposa o esposo), pudiendo generar irresponsablemente hijas e hijos, interrumpiendo una gestación (aborto), causando un divorcio etc.
La masturbación es un desvío del propósito original de Dios para la sexualidad humana. Debe ser evitada por la oración y por la vida sacramental (Eucaristía y Reconciliación), por la práctica de actividades físicas o deportivas, por la canalización del impulso sexual para la sana y sincera amistad, por el fortalecimiento del carácter a través de la renuncia a los valores contrarios al Evangelio, a la vida.
Merece especial atención la adicción a la práctica del auto-erotismo y el auto-satisfacción. Sería sumamente importante la búsqueda de un profesional del área de la Psicología, a fin de conocer las causas y apuntar soluciones.