Seguramente existen muchas y buenas
excepciones - y alabado sea Dios por ellas.
Pero desafortunadamente las personas suelen
tener una imagen negativa de los funcionarios, principalmente quienes trabajan
en instituciones públicas, como hospitales, escuelas etc; suelen ser muy
criticados quienes tienen contacto con las personas, especialmente en la
oficina y atención.
Generalmente las críticas se refieren al
modo como tratan las personas: de manera formal, impersonal, sin contacto
visual, sin simpatía, con prisa, distraído con otras actividades o con
compañeros, con informaciones incompletas, sin objetividad ni iniciativa
personal, sin preparación para tomar decisiones, indiferentes, sin priorizar la
atención para ancianos, gestantes o personas con dificultad motora, que
privilegian los familiares y amigos etc.
Específicamente sobre los funcionarios públicos, las críticas se refieren a que no se esfuerzan porque poseen un contrato laboral fijo y que no tienen preocupación en quedarse desempleados.
Específicamente sobre los funcionarios públicos, las críticas se refieren a que no se esfuerzan porque poseen un contrato laboral fijo y que no tienen preocupación en quedarse desempleados.
Los cristianos que desarrollan algún
ministerio dentro de la Iglesia también necesitan quedarse atentos para que no
acaben volviéndose “funcionarios del sagrado”, desarrollando la misión que
recibieron de Cristo e de la Iglesia con las mismas actitudes de aquellos
funcionarios públicos displicentes.
Los ministros de la Iglesia deben ser
expertos en humanismo, sabiendo tratar las personas de la mejor manera posible,
como el propio Cristo las trataría; o mejor, tratarlas como lo harían con el
propio Cristo.
Por supuesto que cada persona tiene su
propio carácter, su personalidad. Pero es necesario que cada ministro de la
Iglesia tenga un compromiso personal con la amabilidad, con los buenos modales,
con el respeto, desarrollando su ministerio con amor y dedicación. Cuando se
sienta cansado, enfermo, estresado, con problemas personales, lo ideal sería
alejarse momentáneamente a fin de solucionar sus dificultades y, entonces,
retornar al ejercicio de su ministerio con alegría y entusiasmo.
El hermano mayor de la parábola del hijo pródigo tenía una relación formal y fría con el padre, a pesar de estar siempre en su compañía. Jesús no quiso relacionarse con sus discípulos como un Maestro con sus siervos. Él les trataba como amigos. Así también debemos tratarnos unos a otros.
El hermano mayor de la parábola del hijo pródigo tenía una relación formal y fría con el padre, a pesar de estar siempre en su compañía. Jesús no quiso relacionarse con sus discípulos como un Maestro con sus siervos. Él les trataba como amigos. Así también debemos tratarnos unos a otros.
Qué Dios libre nuestros ministros laicos y
ordenados de volverse “funcionarios del sagrado”.
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