Jesús - y la Iglesia, Su Cuerpo Místico -
quiere que las mujeres y hombres Le conozcan y Le amen y, como consecuencia de
ese conocimiento y amor, lleguen a servirLe en las personas, especialmente las
más necesitadas, tanto en la vida interna de la Iglesia cuanto en la
transformación de la sociedad conforme los valores del Reino de Dios.
Jesús era llamado de Maestro, de Rabí, de
Rabuní. Y realmente las personas que acogieron Sus enseñanzas crecieron
exponencialmente tanto como seres humanos cuanto como hijas de Dios.
Jesús dedicó gran parte de Su vida pública
a la tarea de preparar sus seguidores, a fin de que, por el cambio da su mente
y corazón, ellos pudieran contribuir en la expansión y el crecimiento del Reino
de Dios entre las mujeres y hombres.
Antes de llegar a ser apóstoles, el famoso
grupo de los Doce necesitó aprender los valores del Reino de Dios de manera
teórica y práctica, y recibir orientaciones bastante precisas sobre su
implementación entre las personas.
Jesús no fue - y la Iglesia tampoco debe ser - irresponsable enviando seguidores sin preparación para la importante misión evangelizadora. Antes - y también durante - el ejercicio del ministerio los apóstoles fueron debidamente instruidos, primero por el propio Jesús y, en seguida, por el Espíritu Santo Paráclito.
Jesús no fue - y la Iglesia tampoco debe ser - irresponsable enviando seguidores sin preparación para la importante misión evangelizadora. Antes - y también durante - el ejercicio del ministerio los apóstoles fueron debidamente instruidos, primero por el propio Jesús y, en seguida, por el Espíritu Santo Paráclito.
De tal modo que no conviene de modo algún
que un cristiano comience a ejercer apostolados en nombre de Jesucristo y de la
Iglesia sin una suficiente y profunda experiencia de conocimiento y de amor.
Cuando ese criterio no es debidamente
realizado, muchos contra-testimonios son observados, generando escándalos y
alejando las personas tanto de Jesús cuanto de la Iglesia.
Por supuesto, la espiritualidad y la
formación son permanentes y constantes en el proceso evangelizador; pero eso no
puede ser una excusa para confiar importantes ministerios a cristianos sin
preparación.
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