Es cierto que el cristiano tiene el
compromiso de leer, meditar y poner en práctica la Palabra de Dios durante los
365 días del año, todos los 12 meses y las 24 horas del día.
Pero también es cierto que muchísimos
cristianos no ponen en práctica ese compromiso.
Pensando en eso, podemos aprovechar el mes de septiembre - sugerido por la Iglesia Católica - para practicar ese compromiso en la vida personal y familiar y también en la comunidad, pastoral y movimiento que participamos.
En primer lugar, es necesario tener una Biblia - una buena Biblia: con un lenguaje comprensible para los días actuales, con introducción a los libros sagrados y notas en la parte inferior de las páginas que dan la interpretación correcta de los versículos y palabras (conforme la Tradición de la Iglesia), con mapas, con referencias y textos relacionados. Es cierto que existen excelentes versiones digitales de la Biblia gratuitas y disponibles en Internet. Pero nada reemplaza la Biblia impresa.
Pensando en eso, podemos aprovechar el mes de septiembre - sugerido por la Iglesia Católica - para practicar ese compromiso en la vida personal y familiar y también en la comunidad, pastoral y movimiento que participamos.
En primer lugar, es necesario tener una Biblia - una buena Biblia: con un lenguaje comprensible para los días actuales, con introducción a los libros sagrados y notas en la parte inferior de las páginas que dan la interpretación correcta de los versículos y palabras (conforme la Tradición de la Iglesia), con mapas, con referencias y textos relacionados. Es cierto que existen excelentes versiones digitales de la Biblia gratuitas y disponibles en Internet. Pero nada reemplaza la Biblia impresa.
La Iglesia, con sus dos mil años de
sabiduría, propone a todos los católicos en todo el mundo las lecturas para
cada día. Conviene leerlas, meditarlas, primero de modo personal, luego en
familia (esposa con esposo, padres con hijos, abuelos con nietos) y,
finalmente, con la comunidad de los fieles, durante la Eucaristía diaria, con
la colaboración de la homilía (reflexión) ofrecida por el sacerdote.
Gracias a los medios de comunicación con inspiración católica (canales de radio y televisión, revistas, páginas de Internet y aplicaciones para dispositivos móviles), es posible hacer la meditación de las lecturas diarias propuestas por la Iglesia.
Gracias a los medios de comunicación con inspiración católica (canales de radio y televisión, revistas, páginas de Internet y aplicaciones para dispositivos móviles), es posible hacer la meditación de las lecturas diarias propuestas por la Iglesia.
Es bueno conocer y divulgar la Lectio
Divina (Lectura Orante de la Biblia), que es la metodología oficial indicada
por la Iglesia. Consiste en cuatro pasos, que inician después de la invocación
al Espíritu Santo: Lectura, Meditación, Oración y Contemplación. Puede ser
realizada individualmente pero también en familia y en comunidad.
Sería muy útil durante este Mes de la
Biblia realizar y participar de círculos bíblicos realizados en las casas de
las familias de la comunidad, la pastoral o el movimiento. Con la ayuda de
buenos materiales y de un asesor (teólogo, biblista), pueden ser realizados
estudios bíblicos, dedicándose a un libro por vez.
Podría haber sorteos de las Sagradas Escrituras en las Eucaristías dominicales, en los encuentros de Catequesis. Podría ser leído el Evangelio de cada día antes del inicio de las clases, de las actividades laborales, en diferentes ambientes y grupos sociales. Podrían ser producidos y distribuidos versículos bíblicos y marcadores de Biblia para los fieles, en las casas y apartamentos etc. Podría ser dada mayor solemnidad al Leccionario (libro que contiene los textos bíblicos proclamados durante la Eucaristía) los domingos, a través de procesiones, el uso del incienso etc.
Podría haber sorteos de las Sagradas Escrituras en las Eucaristías dominicales, en los encuentros de Catequesis. Podría ser leído el Evangelio de cada día antes del inicio de las clases, de las actividades laborales, en diferentes ambientes y grupos sociales. Podrían ser producidos y distribuidos versículos bíblicos y marcadores de Biblia para los fieles, en las casas y apartamentos etc. Podría ser dada mayor solemnidad al Leccionario (libro que contiene los textos bíblicos proclamados durante la Eucaristía) los domingos, a través de procesiones, el uso del incienso etc.
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