“Tuve hambre y me dieron de comer. Tuve sed
y me dieron de beber. Era extranjero y me recogieron. Estuve desnudo y me
vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y me vinieron ver [...] Cada
vez que lo hicieron a uno de esos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicieron”
(Mateo 25, 35-36.40)
El cristiano reconoce en las personas necesitadas el propio Cristo que - de una manera misteriosa, pero real - se identifica con todo y cada ser humano (por el misterio de la Encarnación, Dios Hijo se hizo Hombre y se unió a la humanidad de modo definitivo), especialmente con las personas más necesitadas.
El cristiano se esfuerza para ser otro Cristo, para vivir como Él vivió y tener los mismos sentimientos, pensamientos y actitudes Suyos.
Durante Su vida terrenal y Su ministerio público, Cristo se acercó de las personas más necesitadas, se relacionó con ellas, las tocó, conversó con ellas, compartió alimentos con ellas, las defendió, les anunció la Buena Noticia de Dios, afirmó que el Reino de Dios pertenece a los pobres.
Los apóstoles y los discípulos de Cristo
comprendieron muy bien Su testimonio y Sus enseñanzas. El Segundo Testamento
narra diversas acciones de Cristo y de las primeras comunidades cristianas en
favor de las personas necesitadas, en el sentido de promover su dignidad,
acompañándolas sin reemplazarlas.
Los que viven en las calles se encuadran en el inmenso y diversificado grupo de las personas necesitadas.
Los que viven en las calles se encuadran en el inmenso y diversificado grupo de las personas necesitadas.
Varios factores pueden determinar que
personas (incluso familias completas) pasen a vivir en las calles o sigan en
esa situación: migración, éxodo rural, desestructuración y degradación de las
familias, desempleo, miseria, deficiente educación básica y profesional,
consumo de drogas lícitas e ilícitas, criminalidad, indiferencia social,
discriminación, enfermedades degenerativas, abandono social, escasas
inversiones en proyectos habitacionales etc.
Sin dejar de anunciar la Buena Noticia de
Jesucristo de modo directo, los cristianos evangelizan los que viven en las calles
en el compromiso por la promoción de su dignidad, defendiendo sus derechos
junto a la sociedad y a sus representantes y dirigentes sociales, presentando
proyectos y participando de ellos activamente, facilitando el regreso a sus
familias y ciudades de origen, ofreciéndoles refugios en tiempos climáticos
adversos, movilizando la sociedad para conseguirles y distribuirles alimentos,
abrigos, cobijas, cuidando de su seguridad e integridad física,
posibilitándoles medios para higiene personal, tratamiento de salud y
administración de remedios, disponiendo casas de recuperación para suspensión
del consumo de drogas etc.
Los cristianos también hacen el necesario
diálogo con la iniciativa pública y privada para que los que viven en las
calles reciban educación básica y profesional, puedan organizarse para
desarrollar actividades que generen renta, puedan acceder a proyectos
habitacionales.
Estos y muchos otros trabajos son realizados por los cristianos junto a quienes viven en las calles, especialmente con los niños, los ancianos y los enfermos.
Estos y muchos otros trabajos son realizados por los cristianos junto a quienes viven en las calles, especialmente con los niños, los ancianos y los enfermos.
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