Los ritos iniciales son la primera de las
cuatro partes del Sacramento de la Eucaristía.
Comprende el saludo inicial, el acto
penitencial y la oración colecta. Los domingos y solemnidades, se incluye
también el himno de alabanza (gloria).
La importancia de los ritos iniciales está
en ayudar los fieles a que se congreguen, siéntanse familia de Dios reunida,
siéntanse Su pueblo amado.
Los ritos iniciales se revisten de mucha
importancia especialmente en estos tiempos de individualismo y aislamientos. Es
una tarea urgente crear condiciones y generar un ambiente comunitario para que
los fieles interactúen mutuamente y se sientan importantes y valorados unos por
otros, en un clima de fraternidad, que tantas y tantas veces no consiguen probar
en la sociedad, el día a día, donde reinan la frialdad y la indiferencia.
Propiciar la comunión de los fieles es un
compromiso de todos: desde los ministros de la acogida (que reciben los fieles
en las puertas, dándoles una cordial bienvenida y, eventualmente,
consiguiéndoles un lugar para sentarse - especialmente a las personas con
necesidades especiales), el ministro responsable por la monición inicial
(mirando los fieles en los ojos, con una sonrisa en los labios, buena
pronunciación de las palabras y frases, introduciendo la asamblea en los ritos
que están a punto de comenzar), los ministros de la música (con canciones
alegres o suaves bien preparadas instrumental y vocalmente) y el ministro
ordenado (equilibrando calidades humanas y espirituales para acoger y reunir el
rebaño de Jesucristo que están presidiendo, preparando los fieles para la
Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística).
En una palabra: todos somos responsables para
que los Ritos Iniciales del Sacramento de la Eucaristía alcancen su sublime
objetivo de cambiar una multitud de personas en pueblo de Dios, en Asamblea
santa, en Cuerpo Místico de Cristo. Y esos criterios pueden y deben ser
repetidos en otros sacramentos y demás actividades promovidas por la Iglesia.
Nenhum comentário:
Postar um comentário