El centro del anuncio cristiano, sin dudas,
era el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, para
despertar la fe en los oyentes. En seguida, las enseñanzas más importantes y
los milagros más significativos de la vida pública de Jesús eran
anunciados a quienes acogían la fe cristiana, a fin de que los discípulos se
identificaran con el Maestro a través del conocimiento y la espiritualidad.
No tardó mucho tiempo para que las personas
comenzaran a hacer preguntas respecto de la infancia y adolescencia de Jesús,
de Su vida familiar y, más importante todavía, sobre el misterio de Su
nacimiento.
Buscando satisfacer esa curiosidad, los
evangelistas Mateo y Lucas, inspirándose en la vida común de las familias y de
los niños que vivían en Israel y profesaban la fe judía, y fundamentándose
también en los abundantes escritos de los antiguos profetas sobre el Mesías
Salvador, escribieron sobre la concepción milagrosa de la Virgen María
acompañada por su esposo José, el hombre justo y carpintero.
Las informaciones eran escasas, pero la intención principal era despertar la fe en los oyentes y demostrar que las antiguas profecías se cumplieron en Jesús, el Mesías Salvador.
No hay información segura sobre la fecha del nacimiento del Hijo de Dios hecho Hombre. Pero como los cristianos consideraban importante celebrar ese acontecimiento tan grandioso y estupendo, que marcó la historia entre antes y después de Su nacimiento, fue necesario definir una fecha. Y el día 25 de diciembre fue elegido, seguramente influenciado por la tradicional fiesta romana dedicada al Sol - adorado como una divinidad antes de la llegada de la fe cristiana.
En aquella ocasión, había grandes banquetes con comidas y bebidas abundantes e intercambio de regalos, despidiéndose del otoño y preparándose para el intenso invierno en el hemisferio norte, cuando los días serían más largos y las noches más cortas.
Las informaciones eran escasas, pero la intención principal era despertar la fe en los oyentes y demostrar que las antiguas profecías se cumplieron en Jesús, el Mesías Salvador.
No hay información segura sobre la fecha del nacimiento del Hijo de Dios hecho Hombre. Pero como los cristianos consideraban importante celebrar ese acontecimiento tan grandioso y estupendo, que marcó la historia entre antes y después de Su nacimiento, fue necesario definir una fecha. Y el día 25 de diciembre fue elegido, seguramente influenciado por la tradicional fiesta romana dedicada al Sol - adorado como una divinidad antes de la llegada de la fe cristiana.
En aquella ocasión, había grandes banquetes con comidas y bebidas abundantes e intercambio de regalos, despidiéndose del otoño y preparándose para el intenso invierno en el hemisferio norte, cuando los días serían más largos y las noches más cortas.
Por tratarse de una fiesta muy popular, los
cristianos conservaron sus aspectos positivos y, no sin dificultad, le fueron
dando un nuevo significado, apuntando para el nacimiento de Jesús, el Sol que
nace de lo alto y que vino a visitarnos - conforme el evangelista Lucas.
De a poco fueron introducidas otras costumbres populares, como la figura del buen anciano que dejaba monedas de oro en las chimeneas de las familias más pobres - cuyas fuentes remiten a San Nicolau, obispo de Mira, en el siglo IV, en Turquía. Su apariencia se fue cambiando hasta llegar al aspecto actual: gordito, alegre con ropas y sombrero rojos.
La tradición de armar el pesebre con imágenes del niño Jesús, la Virgen María, José, los pastores y los reyes magos del Oriente - recreando artísticamente las narrativas de los evangelistas Mateo y Lucas - han sido muy útil en la evangelización de los niños y de las personas que no tuvieron la oportunidad de ser alfabetizadas, además de ayudar en la ornamentación cristiana de esta fiesta.
De a poco fueron introducidas otras costumbres populares, como la figura del buen anciano que dejaba monedas de oro en las chimeneas de las familias más pobres - cuyas fuentes remiten a San Nicolau, obispo de Mira, en el siglo IV, en Turquía. Su apariencia se fue cambiando hasta llegar al aspecto actual: gordito, alegre con ropas y sombrero rojos.
La tradición de armar el pesebre con imágenes del niño Jesús, la Virgen María, José, los pastores y los reyes magos del Oriente - recreando artísticamente las narrativas de los evangelistas Mateo y Lucas - han sido muy útil en la evangelización de los niños y de las personas que no tuvieron la oportunidad de ser alfabetizadas, además de ayudar en la ornamentación cristiana de esta fiesta.
El árbol de Navidad también es una
tradición bastante popular. Inicialmente, era un pino de verdad, parcialmente
cubierto por la nieve blanquita y, por la noche, iluminado por la luna y las
estrellas brillantes. De a poco ese bello paisaje fue llevado a las casas,
primero a los jardines y luego para los ambientes internos. Las antiguas velas
fueron siendo reemplazadas por luces coloridas intermitentes, entre otros
adornos navideños.
En otras palabras, la actual fiesta
cristiana de la Navidad se fue apropiando de elementos culturales inicialmente
no religiosos o cristianos, pero que fueron resignificados con el objetivo de
despertar en las personas la fe, la generosidad y la alegría motivadas por el
nacimiento del Mesías Salvador, Jesús, el Hijo de Dios hecho Hombre. Importa no
perder la motivación central de la Navidad en medio de tantas tradiciones
culturales que fueron siendo introducidas, muchas veces por intereses
económicos y comerciales. No hay Navidad verdadera sin la referencia explícita
a Jesús.
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